
Calahorra rendía hoy un homenaje a los fallecidos por la pandemia. Sobrio, emocionante, respetuoso y cargado de cariño. Con una pequeña representación de las familias a las que el virus les ha golpeado en la ciudad con más fuerza y arropados por la corporación municipal al completo, por los sanitarios que estuvieron con ellos en los últimos momentos, por sus cuidadores de las residencias, por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y por todos aquellos que de una forma u otra pusieron su granito de arena para hacer de esos terribles días de marzo y abril un poquito más fáciles.
Con la reconfortante música de la Banda Municipal comenzaba un acto que daba voz a todo ellos. Fue complicado reprimir las lágrimas en algunos momentos. Como cuando Chusma, en nombre de los familiares de los fallecidos, reconocía que “ni en nuestras peores pesadillas imaginábamos un escenario como el que hemos vivido”. “Saber que no se puede hacer nada para salvar su vida es realmente angustioso, pero todavía lo es más no poder estar a su lado, darle la mano y transmitirle el cariño que le has demostrado en vida y el consuelo que se merece en ese duro trance”, recordaba con dureza. “Unidad de acción”, pedía a los políticos allí presentes. “evitemos que se tengan que repetir actos como este”, deseaba esperanzado a que las imágenes de despedir en soledad a tus seres queridos no deban volver a repetirse.
O como cuando Silvia, coordinadora de la Zona Básica de Calahorra, explicaba todo el ingente trabajo que tuvieron que realizar desde la Atención Primaria para que los hospitales no colapsasen sus habitaciones. “Esto ha puesto de manifiesto la importancia de la atención primaria en el sistema sanitario. El médico de familia, el pediatra y las enfermeras de atención primaria, conocemos a las personas que tratamos, a sus familias, su entorno, su situación social y laboral. Os conocemos. No tratamos sólo la enfermedad sino que tratamos personas que a veces están enfermas”, decía. Palabras de cariño hacia las familias y palabras de consuelo para una sociedad que debe saber que tiene los mejores profesionales sanitarios del mundo. Quizás no héroes; pero, al menos, algo muy parecido.
El recuerdo de los días de confinamiento llegó con Jorge, subjefe de la Policía Local. “Vimos lo peor pero también lo mejor de las personas”. “Trabajamos juntos y nos dimos cuenta de que esa era la única forma de conseguir luchar contra la pandemia, entendimos, que ante una situación de esta envergadura, nuestra principal misión era cuidar y proteger al ciudadano de esta pandemia”. Y recordaba a los más pequeños de la casa. “Ellos que no podían salir de casa fueron los que nos dieron fuerzas con sus aplausos y con sus miradas para seguir trabajando a pesar del miedo que pasamos en algunos momentos”. Porque detrás de esos hombres y mujeres que parece que todo lo pueden también hay gente con incertidumbres, con temores…
Miguel fue, con sus palabras, el encargado de representar a todos aquellos que dieron todo lo que podían en esos momentos. Calagurritanos particulares, empresas, asociaciones, que estuvieron cuando incluso la administración no llegaba, cosiendo mascarillas, donando material sanitario y de desinfección, comida para las residencias… “Los artistas, a través de sus muros y perfiles en redes sociales o a través de los perfiles del Ayuntamiento, han cantado, compuesto, actuado y entretenido como nunca. Han puesto la cultura al servicio de los demás”. La demostración de que, aunque a veces parezca lo contrario, la sociedad calagurritana es fuerte, sabe empatizar con los problemas de los demás y está siempre dispuesta a echar una mano allá donde se la necesita.
Sin duda el lugar más golpeado por la pandemia fueron las residencias calagurritanas. Juan Pablo tomaba la palabra en nombre de todos y cada uno de los trabajadores que se dejaron la piel porque los abuelos que se iban lo hiciesen rodeados de cariño y los que se quedaban entendiese la situación. “Intuíamos que el virus estaba en los pasillos pero la vida de las residencias debía continuar”. “Nos está tocando vivir a toda la humanidad días y meses extraños, días de incertidumbre, de alerta y miedo. Días en los que los planes, los compromisos, los viajes, los eventos, se van cayendo uno a uno de nuestras agendas, de nuestros pensamientos. Días en los que todo lo que creíamos bajo control, supervisado, de acuerdo a lo imaginado, se desmorona”. La demostración palpable de que nadie, nadie, somos la misma persona que la que empezó este 2020. Porque la pandemia, de una forma u otra, nos ha cambiado a todos. Recordó “las sensaciones de agobio, de impotencia, de ansiedad, de deseo de cuidar, de preservar, de atender”.
Y los refuerzos: “Empezaron a venir a trabajar nuevas caras porque había que sustituir a numerosos compañeros que debían marcharse a casa porque se habían infectado, las religiosas también enfermaban… y todo ello lo vivíamos enfundados en buzos, calzas, guantes, mascarillas, pantallas… perdiendo la posibilidad de expresar, de manifestar el dolor, el sufrimiento, la desesperación”, iba detallando.
Las palabras de Jesús, representante del Fundación Hospital de Calahorra, fueron de agradecimiento. Para la ciudadanía, para los profesionales que lo dejaron todo por atender a los riojanos, para las familias por su comprensión, para los enfermos por su paciencia… “Como tantas veces se ha repetido, no somos héroes, somos personas, volcadas en nuestra profesión y en la atención y cuidados de los pacientes. Hemos desafiado el miedo, el cansancio, el sufrimiento. Hemos soportado largas y continuas jornadas de trabajo. Hemos llegado a nuestros hogares con la angustia de no saber ni transmitiríamos la enfermedad a nuestra familia”, recordaba.
La alcaldesa tomó, en el cierre del acto, la palabra. “Algún día alguien nos preguntará ¿y tú como lo viviste?” y siempre quedará el orgullo de saber que fueron muchos los calagurritanos que pusieron su granito de arena, su solidaridad, su comprensión, su trabajo por salir adelante. “Sin ellos, todo hubiese sido mil veces más difícil”, reconocía.
En todos ellos un mensaje común. De advertencia, de responsabilidad. Esto no ha terminado. Ojalá hallamos pasado lo peor pero si no es así sigamos remando juntos para salir de un momento que es histórico y en el que cada uno podemos hacer mucho.
Un centro de flores blancas en un monolito que quedará ahí para siempre en homenaje a los que fallecieron por la pandemia… Un puñado de rosas blancas y una pregunta que deberemos hacernos todos cuando todo esto termine ¿y yo que hice para que todo ésto no fuese más duro de lo que fue? Siempre en nuestro recuerdo, siempre en nuestros corazones. Hasta siempre a todos ellos.