Ayer por la tarde el River anunció a través de redes sociales la decisión de José Antonio García Matute, Parri, de no continuar en el club blanquirrojo.
Terminan así 10 años en los que Parri ha estado trabajando por y para el River, con la gestión de su escuela, desde del banquillo del Juvenil Nacional y estas dos ultimas temporadas y media, al frente del equipo de Tercera.
El trabajo que Parri ha hecho por el club ha sido muy importante, pero sin duda, se le recordará por haber conseguido junto con sus chavales, hacer soñar a todo un pueblo con una temporada mágica, la del año pasado.
Os acercamos la entrevista que le hicimos al año pasado cuando el club estuvo a punto de conseguir el hito de jugar el play-off de ascenso a Segunda B
Hablar con Parri de fútbol es una de las cosas más maravillosas que le pueden pasar a un periodista amante del deporte rey. Sabe, conoce pero además lo transmite con un cariño y un respeto que parece que habla de un deporte distinto al de los chiringuitos e informativos que pueblan la esfera futbolística.
Quedar con Parri es más complicado. Su agenda tiene pocas lagunas en el día y además cada vez que lo hacemos el River pincha, así que hemos acordado que no volveremos a quedar hasta que termine la liga.
Se fue cuando aún no era ni un adolescente y volvió hace ocho años a su casa después de haber crecido como futbolista, como entrenador pero sobretodo como persona. Decidió organizar y unificar las actividades deportivas de Rincón de Soto y, al menos, lo consiguió con el fútbol. Ocho años de intenso trabajo que terminaban el año pasado con el objetivo cumplido y la tranquilidad de haber hecho bien las cosas.
A pesar de tener otras ofertas decidió quedarse en el club de su casa. Quería hacer algo distinto, contar con jugadores que conocía a la perfección, gente de casa, gente que se había ido y estaba de vuelta. Casi un Athletic pero de la ribera. “Es así como debe trabajar siempre el River, somos conscientes de que no podemos aspirar a pagar lo que están pagando otros en tercera así que había que darle otra cosa a los jugadores y les dimos un equipo que es una piña y la posibilidad de jugar ante su gente”, dice.
Estamos en el Totem. Es la segunda casa de muchos de estos jugadores. Uno se acaba de ir a trabajar mientras hablamos, otro finiquita su partida con los amigos. Quizás por eso su trabajo de entrenador es más difícil todavía porque hay relación personal con todos y cada uno de los jugadores. “Es un vestuario chulísimo por eso cuesta tanto hacer la convocatoria: primero porque los aprecias mucho a todos y segundo porque todos se merecen estar en el campo”, dice. Pero, al final, como mucho, catorce pueden saltar al verde.
El River está que se sale pero Parri sigue teniendo los pies en el suelo. “Es difícil poder seguir con esta dinámica, cada vez va a ser más difícil ganar, la gente nos respeta y nos mira de otra manera”, dice. Además los próximos cinco partidos no son nada fáciles, les llegan los ‘cocos’ al San Miguel. “Todo lo que sea pensar que vamos a estar arriba es negativo, nosotros somos un grupo de amigos que juega al fútbol y cuando pensemos otra cosa dejaremos de disfrutar y quien sabe…”
Creen en una forma de jugar, es su sello de identidad y así todo fluye mejor. Presión alta como el Eibar, juego posicional como el Villarreal o el Betis, como el Barça de su querido Ernesto Valverde. Notamos desde pretemporada que este equipo tenía mucho que decir. Lo dijimos y no le gustó nada. Porque él siempre sigue a lo suyo: piano, piano.
Los puestos de play off no le hacen especial ilusión. Se le ve en la cara. Eso no le importa demasiado. Pero el rostro le cambia cuando dice “lo mejor de todo esto es que la afición se ha vuelto a reenganchar al fútbol”. Le brillan los ojos cuando recuerda que más de 70 personas subieron el fin de semana pasado a Alberite. “Antes el socio tenía entre 60 y 70 años, ahora viene gente joven, si hasta en el cine notan que cuando juega el River los niños no van a ver la película”, dice con esa media sonrisa tan característica suya.
“Solo con llegar con opciones hasta el final me daría por satisfecho para que la gente siga viniendo al San Miguel”, y es que el fútbol sin afición es un poquito menos fútbol porque este deporte es para disfrutarlo, para gozarlo como lo hace Parri, como lo ha hecho desde que era ese escuálido futbolista que era capaz de quitarse de encima a defensas que le pasaban dos cabezas.
¿La clave del River?, le preguntamos. Él lo tiene claro: “Haber conseguido hacer un equipo, que todos los días tengas a todos los jugadores a entrenar, que incluso los no convocados calienten antes del partido”.
Parri no habla de futuro, prefiere no hacerlo. Compagina su trabajo con lo que más le apasiona que es enseñar a los demás ese amor que le tiene al fútbol. Así es feliz ¿le gustaría algo más? Quien sabe, Parri solo corre dentro del campo; lo demás: piano, piano.