Los funerales suelen ser fiel reflejo de la persona que se ha ido. Esta vez no fue así. El dicharachero Roda nunca hubiese imaginado el silencio atronador que llenaría las calles de Pradejón en su última despedida. A pesar de los cientos de personas que lo acompañaron en su último paseo por la travesía no se oía ni un suspiro. Solo el motor de los camiones de bomberos esta vez cargados de litros y litros de lágrimas. Miradas cómplices de sus compañeros, guiños de ojos, abrazos contenidos y un cortejo fúnebre lleno de uniformes. Los de los compañeros del CEIS La Rioja pero también bomberos de Navarra, Euskadi, Aragón… Policía local de Calahorra, Guardia Civil (prácticamente todo el destacamento de la zona de Tráfico), Protección Civil, Recursos Sanitarios de la Zona… nadie quiso dejar de decir adiós al bombero pero sobretodo al amigo.
La parroquia de San Antonio se quedaba pequeña y la plaza abarrotada de gente seguía en silencio. Los murmullos sólo servían para recordar anécdotas con Roda. “Te acuerdas el día que…”, todas terminaban con una semisonrisa.
El bombero fue arrollado el sábado por un coche en la AP-68 cuando apagaba un incendio fortuito de otro vehículo. “Fue nada más llegar”, aseguraba uno de sus compañeros. otros no daban crédito aún a lo sucedido. Tres meses para jubilarse. Fernando no tenía que trabajar ese fin de semana pero cambió el turno con uno de sus compañeros por hacerle un favor. Así era él. Siempre con una sonrisa, siempre dicharachero, siempre dispuesto a echar una mano.
Un pasillo y un aplauso hasta el infinito fueron el último adiós de compañeros, vecinos y amigos al valiente bombero.
